Ya están disponibles los ganadores del XI Concurso de Microrrelatos “El Roblón”.
miércoles, 11 de septiembre de 2024
lunes, 5 de agosto de 2024
sábado, 13 de julio de 2024
Finalistas XI Concurso de Microrrelatos “El Roblón”
Aquí tenéis los diez relatos finalistas de esta edición, de los que saldrán los dos ganadores. Enhorabuena a los seleccionados y queremos agradecer a todos los que habéis participado con vuestros textos porque hacéis posible este concurso.
martes, 30 de abril de 2024
sábado, 6 de abril de 2024
miércoles, 2 de agosto de 2023
jueves, 20 de julio de 2023
Finalistas X Concurso de Microrrelatos “El Roblón”
Aquí tenéis los diez relatos finalistas de esta edición, de los que saldrán los dos ganadores. Enhorabuena a los seleccionados y queremos agradecer a todos los que habéis participado con vuestros textos porque hacéis posible este concurso.
martes, 25 de abril de 2023
domingo, 9 de agosto de 2020
lunes, 3 de agosto de 2020
miércoles, 29 de abril de 2020
sábado, 14 de diciembre de 2019
Nacimiento de Soto 2019
UN CANTO A LA ESPERANZA
Ya lo dice el villancico que acompaña el vídeo «Cantemos todos la Navidad» y qué mejor manera de hacerlo que admirando un año más “El Nacimiento de Soto” que nunca pierde la capacidad de sorprendernos. El pueblo de Soto, este año coronado por Peñasanta y sus cumbres nevadas, sigue creciendo, (damos la bienvenida a «Casa Dolores»), pero solo aquí dentro, en este rincón de la iglesia, porque si levantamos la vista hacia fuera nos encontramos cada vez más casas vacías y más puertas cerradas. Con todo lo que lleva lloviendo este invierno hay una nueva cascada de agua naciendo entre las rocas del monte. No sé qué tal aguantará tanta humedad el elefante que ha venido de lejanas tierras guiado por la estrella, porque ésta es tierra de rebecos como los que se avistan en La Forcadona, aunque tal y como están las cosas no se puede hacer ascos a nadie. Cada año, los tres Reyes Magos de Oriente llegan, obsequian al niño y se van… ¿Y por qué no hacemos que se queden?, pongamos a su disposición cuadras para alojar a sus camellos, ofrezcamos a sus pajes oportunidades para vivir aquí, démosles facilidades para oficios como los del belén: hilanderas, carpinteros, queseros, zapateros, herreros, carpinteros, panaderos, hortelanos…extendamos la alfombra roja para que los tres Magos de Oriente se sientan aquí más reyes que en ningún otro lugar y se queden. Y mientras se deciden o no, ellas, las mujeres, mantienen la llama encendida para que no se apague la esperanza.
sábado, 6 de julio de 2019
lunes, 29 de abril de 2019
martes, 11 de diciembre de 2018
Nacimiento de Soto 2018
SE BUSCA
Las mujeres de Soto vuelven a dedicar su tiempo y su buen hacer a preparar un nacimiento todavía mas grande que el de la pasada navidad, donde conviven pacíficamente figuras y construcciones pequeñas con otras de mayor tamaño. Este año contamos con unas cuantas construcciones nuevas: las escaleras de la Escuela con su pequeño jardín delantero y la Casa Brígida, y estrenamos tres personajes:, una vaca, con su piquetina al cuello, que por la pinta no dejará de ser de Raúl o Adolfo; un pastor de barba roxia con un cesto de manzanas como ofrenda al Niño y una matuvieya, de esas que nadie quiere escuchar cerca de su casa pero que están tan integradas en las noches de Soto que son, junto con el agua del rio, el sonido que adorna el silencio nocturno del pueblo. Pero lo que nos trae de cabeza es que en “la operación desembalaje” perdimos al lobo, para regocijo de cabras y ovejas. No sé si se nos echarán los ecologistas encima o los del Parque o ambos, y es que el lobo siempre dio mucho de qué hablar, aún se oye el eco de sus historias contadas por Severino mientras Leoncia las escucha desde el banco de su casa, dentro de poco verán pasar a Paco Velasco y los tres emprenderán el camino hacia las estrellas. Mientras tanto los demás seguiremos recordándolos y buscando al lobo.
domingo, 2 de diciembre de 2018
In Memoriam
El pasado martes, 27 de noviembre nos dejó el que fue Tesorero de esta Asociación, desde casi sus comienzos hasta enero de 2006, Paco Velasco. Su entusiasmo, su sentido positivo de la vida, su espíritu participativo y su generosidad le hacían una persona especial. Nos quedamos con su recuerdo y su ejemplo prendido en nuestros corazones. D.E.P.
jueves, 12 de julio de 2018
viernes, 8 de junio de 2018
La Escuela
Nuestra Escuela tendrá presencia en la Antología del XII Premio Orola que se publicará en Otoño de 2018 a través de este relato, escrito por nuestra Secretaria, Esperanza Temprano.
La Escuela de Soto
Dicen que la
noche de San Lorenzo, las estrellas fugaces tocan las siluetas de los picos con
su luz y, como si de una varita mágica se tratara, convierten a Soto de
Sajambre en un lugar de cuento, donde los sueños, a fuerza de perseguirlos, se
hacen realidad, como el de Félix de Martino. Allá por el año 1888 embarcó rumbo
a México, dejando atrás las penurias de un pueblo a medio camino de ninguna
parte, un paraíso escondido entre montañas y duendes, el refugio cuasi perfecto
de los dioses si no fuera porque ellos mismos olvidaron donde estaba. Atrás
quedaron las pobres mujeres lavando a la orilla del rio, sorteando el frio y la
nieve y un montón de “rapazucos” como él, sedientos de futuro y pobres de
presente. La fortuna le sonrió y quiso compartir esa sonrisa con sus paisanos
construyendo una nueva carretera, un lavadero, una fábrica de luz, y lo más
importante, una Escuela, la mejor de la provincia, a la que dotó de los más
selectos materiales didácticos de la época con los que pocas escuelas en España
contaban. Al frente, un maestro, elegido de entre los mejores de la Normal de
León, que abrió la puerta del saber y del conocimiento a los niños de esta
escuela que se inauguró en 1907, donde aprendieron a ser dueños de su propio
destino en una tierra de extraordinaria belleza para los ojos y gran dureza
para vivirla. Después vino la guerra y la muerte prematura del mecenas, y el
sueño se fue apagando como una estrella fugaz que hizo brillar a un pueblo y a
sus gentes para terminar desapareciendo entre estas cumbres. Al menos, aún hoy,
perdura su estela.
martes, 1 de mayo de 2018
lunes, 17 de julio de 2017
Cartel de actividades 2017
Pincha aquí para ver el cartel de actividades de Soto de Sajambre de 2017
miércoles, 5 de julio de 2017
lunes, 1 de mayo de 2017
Concurso de Hadas
Tras el éxito del concurso de duendes que promovimos hace
un par de años, volvemos a retar a tod@s aquellos artistas que lo deseen a que nos sorprendan y deleiten con
sus creaciones. Seguimos en el bosque, esta vez le toca el turno a … ¡¡LAS HADAS!!
Premio Armonía de las Letras 2017
El pasado 20 de abril tuvimos el honor de recoger, en nombre del pueblo de Soto, el premio Armonía de las Letras 2017, consistente en una escultura de bronce realizada para la ocasión por el escultor leonés Antolín Álvarez y un diploma donde recoge los méritos del pueblo de Soto para hacerse con este premio:
“por la recuperación de la escuela con la que soñó Félix de Martino, su patrocinador, allá por el año 1907. Por hacer un museo con todos los enseres propios de la enseñanza y la educación de aquella época y por abrir sus puertas al mundo y demostrar que la cultura es así de universal; tanto, que sorprende”
viernes, 15 de julio de 2016
sábado, 25 de julio de 2015
In Memoriam
El 3 de junio despedimos a Jesús Andrés, socio fundador de nuestra Asociación y miembro de su Junta Directiva hasta hace apenas tres años.
Hay dos formas de pasar por la vida: de puntillas, sin dejar rastro de tu existencia o marcando camino y dejando huella allí por donde pisas. Así pasó Jesu, transmitiendo su optimismo y sus ganas de vivir a los que tuvimos la suerte de conocerlo. Su entusiasmo era contagioso y enorme su capacidad para generar alegría. Un hombre bueno, parafraseando a Machado, en el buen sentido de la palabra bueno. La vida se ha empeñado en arrebatárnoslo antes de tiempo pero no lo ha conseguido, él ya vive para siempre en nuestros corazones.
Hasta siempre, Jesu.
martes, 2 de septiembre de 2014
Entrega de premios de la III edición del Concurso de Microrrelatos "Leonardo Barriada"
El pasado 15 de Agosto se celebró en la Escuela de Soto de
Sajambre el acto oficial de entrega de premios de la III
edición del Concurso de Microrrelatos "Leonardo Barriada"
con la presencia del ganador D. José Manuel Gómez Vega y
la madre, y hermana del segundo clasificado, Ricardo
Casado Chacón. ¿Queréis escuchar lo que dicen de sí
mismos?
José Manuel Gómez Vega.
Ricardo Casado Chacón.
Y ahora podeis escuchar los relatos ganadores.
José Manuel Gómez Vega.
Ricardo Casado Chacón.
Y ahora podeis escuchar los relatos ganadores.
Primer premio
EL CONCEJO DEL AÑO
Autor: JOSÉ MANUEL GOMEZ VEGA
Segundo premio
UN RECUERDO
Autor: RICARDO CASADO CHACON
miércoles, 13 de agosto de 2014
¡¡Ya tenemos ganadores!!
El segundo premio es para el relato "Un recuerdo" de Ricardo Casado Chacón y el ganador de esta edición es José Manuel Gómez Vega con su relato "El Concejo del año"
lunes, 7 de julio de 2014
LOS 10 RELATOS FINALISTAS DEL III CONCURSO “LEONARDO BARRIADA”.
Estos son los 10 finalistas, déjanos tu comentario.
EL OYENTE
José
Andrés Antón Canto
Aquel hombre
ya mayor, vestido de negro, con los lustrosos zapatos también
oscuros, había tomado asiento en la soledad de uno de los bancos de
madera al fondo de la entelada y vetusta Sala de Reuniones. Antes de
entrar, tras descender con cierta torpeza del modesto carruaje, los
mendigos y los desarrapados muchachos se habían mofado de su aspecto
sin misericordia.
Asistió
impertérrito a la asamblea que debía acordar esa misma mañana el
voto afirmativo o denegatorio al suministro de bienes, fondos y
personas, de consuno con los otros Concejos de la comarca, para el
abastecimiento de la ansiada guerra contra la odiada Inglaterra.
Poco antes de acabar la reunión, el forastero la abandonó con sigilo. Una mueca de satisfacción podía adivinarse en su rostro enfermo mientras los chicos redoblaban sus crueles chanzas. El cochero atizó con violencia a los caballos dejando una espesa estela de polvo en su apresurada marcha.
Mas retornemos a la Casa del Concejo. Levantada ya la sesión, sin apenas poder incorporarse de la silla, le temblaba todo el cuerpo al anciano Secretario. Solo él, hombre muy viajado y de vasta cultura, pareció haber reconocido en aquel oyente enigmático al rey Felipe de España.
ORGANIZANDO LA AYUDA
Luisa Hurtado
González
La campana viene sonando
todos los días desde hace dos semanas. De modo que, cuando cae el
sol, los vecinos nos reunimos para seguir con las deliberaciones y
las decisiones tomadas por mayoría. Viéndonos cualquiera podría
pensar que tenemos al pueblo, a las tierras y a los animales,
desatendidos y sin directrices; pero lo cierto es que el verano pasa
sobre nuestras casas tan sin noticias y sin problemas como ha pasado
siempre. De momento hemos decidido mantener la educación y la
compostura; comprendemos que al Hortensio, con la muerte de su mujer,
la casa se le cae encima y el concejo viene a suplir su acuciante
necesidad de consuelo, conversación, apoyo y ayuda.
No obstante el viernes
pasado, por la mañana, en una era que queda lejos de las que él
transita, nos volvimos a reunir. Decidimos que, si pasado el verano,
no acababa por sentirse menos solo y más dueño de su casa y de su
vida, no haríamos chistes ni veríamos con malos ojos que la buena
de Delia, que se ofreció voluntaria, tomase la iniciativa y se
hiciera cargo de él de la mejor forma que pueda.
EL CONCEJO DEL AÑO
José Manuel
Gómez Vega
Una
Marzo pizpireta se puso en pie para recibir el bastón de mayordomo
de manos del escuálido Febrero. Los meses se sentaban sobre doce
piedras milenarias colocadas en círculo al pie del campanario del
año. Siempre era igual, tras las tres campanadas de Marzo, el
concejo se dividía entre quienes pedían alargar el invierno y
quienes pedían adelantar la primavera. Por eso Marzo era tan
impredecible: un día podía decretar una helada a petición de la
vieja Diciembre, y al día siguiente calorcito a propuesta de Agosto.
(Por cierto, la proximidad de éste a Julio era fuente constante de
habladurías, porque la mitad de los concejos compartían manta
maragata y la otra mitad se aplicaban uno al otro cremas
bronceadoras).
Aquellos
concejos, celebrados cada primero de mes, mantenían al año unido.
Unas veces cedían unos y otras otros: ése era el espíritu. Además,
cada mayordomo debía ofrecer un convite y contar una historia, algo
siempre bienvenido. Marzo se había presentado este año con doce
pomelos que dijo fortalecían el sistema inmunológico, y había
repetido la historia de unas abejas aventureras. A este
respecto el consenso era unánime: el misterioso Noviembre, con sus
castañas asadas e historias de fantasmas, resultaba insuperable.
EL CORAZÓN DE LA TORMENTA
Oscar
Royo Royo
La última resolución del concejo fue a todas
luces desesperada. No se parecía a ninguna de las anteriores medidas
que la asamblea de vecinos, reunida en la plaza del pueblo, había
tomado desde que comenzó la sequía. De poco había servido arreglar
las acequias para ahorrar agua; no llovía desde hacía tres años y
el valle entero agonizaba ocre, polvoriento y triste.
Siguiendo las indicaciones del concejo, todos
los vecinos del pueblo acudieron a lo más profundo del Bosque de
Salambre y, una vez allí, enterraron junto a los manantiales secos
las cartas de amor que nunca se atrevieron a enviar, susurraron a los
pozos vacíos las palabras que jamás dijeron a sus seres queridos y
gritaron, junto al viento que aullaba entre las ramas secas de los
robles, por cada dolor secreto que marchitaba sus corazones.
No se pusieron de acuerdo en lo que sucedió a continuación. Unos hablaron de un roce de cerrojos abriéndose a su alrededor en el bosque; otros, del alivio de algo que comenzaba a desatarse encerrado en su pecho... pero lo cierto es que todos, por primera vez en tres años, empezaron a llorar.
Sólo entonces, lentamente, comenzó a llover sobre el valle.
DE LEY
Miguel
Jiménez Salvador
Han de saber Vuestras Mercedes
que, el que será el más ilustre hijo de esta orilla del Tormes,
regresó a la que fuera su casa, con aspecto de llevar bastante
adelantados los trámites para su tránsito al reino del Altísimo.
Tanto así que sus vecinos, tras una semana de no volver a saber de
él, acudieron a la iglesia. El tañido de la campana convocó al
Concejo. Se presentaron todas sus gentes, como les era ordenado, a
excepción del buen Lázaro, claro. Tras largas horas de discusión,
ya bien entrada la noche, diéronlo por traspasado y sabiéndolo
solo, le organizaron un sentido velorio. Y hete aquí que en medio de
la emotiva procesión apareciose el finado tan pancho, arrebatando de
sus perplejos paisanos, tal exclamación:
—¡Anda! Pero, ¿tú no estabas
muerto?
Un profeta que acertó a pasar por
allá, al conocer los detalles de la noticia, fue y escribió cuatro
evangelios. Otro, una rumba.
EL CAMPANERO
Yolanda
Nava Miguélez
Desde
que Raimundo el campanero enfermase el sonido de las campanas ya no
era el mismo. Pareciera que de pronto también ellas hubiesen
enfermado y sonaban lentas, perezosas, y con un deje de tristeza que
mermaba el buen ánimo del pueblo. Se hablaba poco, y cuando se
hacía, era con palabras espinosas como espuelas. Las comadres
quemaban los guisos y mal remendaban las ropa, y las bestias,
nerviosas, desobedecían las órdenes de sus amos.
Por
eso el día que llamaron a concejo nadie acudió. El alcalde ordenó
al alguacil ir casa por casa reclutando personal para poner a punto
las piedras movidas de la plaza, para limpiar de hierbajos y brozas
las cunetas y para encauzar el río que, después de las últimas
lluvias, se había desbordado.
Todos
se disculparon y excusaron: que si andaban con la siembra…, que si
tenían los huesos doloridos... De nada sirvió mencionar la
abundante merienda de escabeche y vino que vendría después.
Pero,
de pronto, las campanas empezaron a tañer llamando con el lenguaje
de siempre a todo el pueblo. En el tercer toque Raimundo cerró los
ojos, su último pensamiento estuvo lleno de pesadumbre: ¿quién
tocaría para llamar a su funeral?
UN RECUERDO
Ricardo
Casado Chacón
La
casa está derruída, nada se me perdió allí hasta ahora. Algunas
fotos, un lamentable futuro y sólo este recuerdo, demasiado intenso
últimamente para posponer el viaje.
Su
mano rugosa, todavía confortable, endurecida por heladas y su
testaruda rudeza. Ese agónico respirar, sonoro, de pulmones
enfermos. Apenas una docena de metros, hasta el palomar de la Ricarda
enrojecían su arrugada tez. Un alto en el camino. Tos. Alarido.
Mueca de salmón fuera del agua. Frío, niebla. Cigarro. Su mano es
yugo en mi cuello -quizá para que no le vea fumar. Lo tenía
prohibido. ¿Qué ves allí, rapaz? Hayas, un buey, vacas, no veo
pero oigo ovejas y el río. Y el imposible olor húmedo y seco a la
vez, ahora lo huelo, su olor. El tañir de la campana. Se incorpora y
seguimos la marcha hacia la iglesia que está más cerca. Reunión de
pastores...
-
¿Qué traes ahí, Torcuato? Mejor estaría jugando "marro"
con los otros.
-
El nieto se viene al concejo con su agüelo....
a ver si aprende algo, que mañana marcha a Madrid.
Me
he subido a la tinaja grande de la bodega para encontrar un cigarro
escondido cuatro décadas atrás. Ese imposible olor.
GAMBITO DE REY
Susana
Romero Martín
Los
contrincantes entraron en la sala, serios y circunspectos. Se oyeron
apenas unos aplausos, silenciados por el resto de espectadores.
Kárpov
y Kaspárov se acercaron, se dieron la mano y se sentaron ante el
tablero.
Kárpov
jugaba con blancas. Las cámaras de medio mundo estaban pendientes de
cada movimiento. Entrecerró los ojos y los dirigió al tablero,
preparándose para una apertura clásica.Sin
embargo, para su sorpresa, en lugar del peón elegido para el
sacrificio se encontró a la dama, envarada e incómoda en una
casilla demasiado expuesta.
Ni
la tradición del juego, ni la importancia del mundial, nada, no hubo
forma de convencerles. Una vez que los peones, reunidos en concejo
abierto, habían decidido que, a partir de ese momento, los reyes y
damas ocuparían la vanguardia, solo quedó cambiar las reglas del
juego.
UN ISLOTE DE PAZ
Miguel
Ángel Pérez García
La
reunión del Concejo concluyó tentando a la medianoche, pero con una
decisión tomada. Con las primeras luces del nuevo día todos los
vecinos se levantaron y ocuparon sus puestos. Los ancianos fueron a
cuidar a los más pequeños, los adolescentes quedaron al cargo de la
comida y cada hombre y mujer en edad de trabajar se dirigió a la
linde el pueblo. Allí comenzaron a cavar y cavar tal como estaba
planeado,
guardando la mitad de la tierra para sí y lanzando el resto fuera de
su término. Cavaban de sol a luna y descansaban lo justo. Fueron
dejando únicamente una lengua de tierra a modo de puente. Cavaron
tan hondo que finalmente emergió el mar por la brecha abierta.
Entonces, el Presidente del Concejo cavó con rabia, jaleado por los
vecinos, hasta eliminar la lengua que los unía a tierra firme.
Ahora su
aldea surca el mar a la deriva, pero ya nadie les va a decir que
deben hacer o pensar, ni en uno ni en otro sentido, tal como
decidieron ellos.
EL VERDADERO CONCEJO
Nicolás
Jarque Alegre
El
viento primaveral, que baja feliz del Puerto del Pontón, acaricia
las campanas de Nuestra Señora de las Nieves, provocando un tañido
dulce. Un repicar solo perceptible para oídos avezados, que reclama
la presencia de los paisanos que han de reunirse. Así, llegan desde
la Majada de Vegabaño, la Senda del Arcediano, del pueblo, León,
Madrid e incluso desde México y otros rincones los miembros del
concejo de Sajambre. A medida que van apareciendo por la iglesia, los
convocados se reencuentran con besos, abrazos, nostalgias
compartidas… Una algarabía que solo se detiene cuando el silencio
absoluto coloca a cada uno en su sitio. Entonces, se cierran las
puertas de la parroquia y Adán, el más longevo de todos, abre la
sesión.
Tiempo
después, mucho o poco según a quién se le pregunte, el concejo
determina, como en años anteriores, el tema para el concurso de
relatos «Leonardo Barriada», eligiendo para esta tercera edición,
precisamente, el concejo y, además, acuerdan mantener la campaña
infalible de sueños bucólicos para influir en los organizadores. De
esta manera, tras numerosos vítores a Soto, se clausura el concejo y
las almas se van despidiendo hasta al año próximo, si Dios quiere.
jueves, 5 de junio de 2014
Cristian Martín Ríos, ganador de la pasada edición y jurado en ésta, nos regala un relato sobre el tema de este año, "El Concejo". Gracias, Cristian, por tu relato y por tu generosidad.
Disfrutadlo y animaros a participar. Esperamos vuestros relatos.
"OTRO AÑO MÁS"
Tres llaves distintas, guardadas por manos distintas, abrieron los cerrojos
del arca del concejo. Dentro descansaban la vara de cuentas, documentos que
casi nadie podía leer, y una copa de plata grabada en latín que la tradición
retrasaba hasta los siglos medievales.
Todos los vecinos habían sido llamados a la reunión. Allí, hablaron de las
fechas y el calendario, de la niebla que desde hacía un par de días
resbalaba por las laderas hasta cubrir el fondo del valle y de cómo hacer
frente a las bestias del bosque. No tardarían en caer desde las montañas
empujadas por el hambre.
La tarde avanzó entre discusiones a viva voz. Con las últimas luces del día
acordaron fijar puestos de vigilancia a partir del siguiente amanecer. La
tragedia del invierno pasado había abierto una terrible herida en la
comunidad. Para cerrar el encuentro, el vino del concejo fue servido en la
copa de plata y cada vecino bebió un pequeño sorbo. Pero alguien la dejó
caer al suelo. El aullido les heló la sangre. Después se escucharon muchos
más. Las bestias también se habían reunido y volvían al pueblo buscando
presas. Como el invierno pasado, pero esta vez, era demasiado pronto.
"OTRO AÑO MÁS"
Tres llaves distintas, guardadas por manos distintas, abrieron los cerrojos
del arca del concejo. Dentro descansaban la vara de cuentas, documentos que
casi nadie podía leer, y una copa de plata grabada en latín que la tradición
retrasaba hasta los siglos medievales.
Todos los vecinos habían sido llamados a la reunión. Allí, hablaron de las
fechas y el calendario, de la niebla que desde hacía un par de días
resbalaba por las laderas hasta cubrir el fondo del valle y de cómo hacer
frente a las bestias del bosque. No tardarían en caer desde las montañas
empujadas por el hambre.
La tarde avanzó entre discusiones a viva voz. Con las últimas luces del día
acordaron fijar puestos de vigilancia a partir del siguiente amanecer. La
tragedia del invierno pasado había abierto una terrible herida en la
comunidad. Para cerrar el encuentro, el vino del concejo fue servido en la
copa de plata y cada vecino bebió un pequeño sorbo. Pero alguien la dejó
caer al suelo. El aullido les heló la sangre. Después se escucharon muchos
más. Las bestias también se habían reunido y volvían al pueblo buscando
presas. Como el invierno pasado, pero esta vez, era demasiado pronto.
miércoles, 30 de abril de 2014
III Concurso de Microrrelato
La Asociación Félix de Martino de Soto de Sajambre convoca el III Concurso de Microrrelato "LEONARDO BARRIADA" pincha aquí para leer las bases del concurso.
viernes, 30 de agosto de 2013
II edición del Concurso de Relatos Leonardo Barriada en "La Radio en Colectivo"
El pasado 22 de Agosto, Nicolás Jarque Alegre, miembro del jurado de esta edición, dedicó en exclusiva el programa que presenta "La Radio en Colectivo" de Radio Mislata a la II edición del Concurso de Relatos Leonardo Barriada, con entrevistas a Esperanza Temprano, Secretaria de la Asociación; Mar González Mena, segundo premio de esta edición y Cristian Martín Ríos, ganador del concurso.
Puedes escuchar el programa aquí.
Puedes escuchar el programa aquí.
martes, 23 de julio de 2013
¡¡¡YA TENEMOS GANADORES!!!
Me confirma el jurado que
ha sido una tarea difícil y me lo creo, solo hay que leer los
relatos de los diez finalistas. El primer premio se va para Castellón
de la Plana de la mano de Cristian Martín Ríos y su relato
“Filandón” y el segundo le ha correspondido a Mar González Mena
de Burgos con su relato “Carmencita”. ¡¡Enhorabuena a los
dos!!
Quiero hacer una mención
especial a Kalton Bruhl y a su relato “Costumbres” que se quedó
fuera del pódium por circunstancias insalvables y a Mª Isabel
Martínez Montoro porque su “Aracne” estuvo pujando, hasta el
último momento, por el segundo puesto con “Carmencita”.
A todos los que habéis
participado agradeceros vuestra aportación y animaros a seguir
participando en próximas ediciones.
Y por supuesto dar las
gracias a nuestro jurado, Mercedes García Llano y Nicolás Jarque
Alegre, por la tarea que han desempeñado con gran dedicación y
extraordinario criterio.
El acto de entrega oficial de los
premios tendrá lugar el próximo día 15 de Agosto a las 19:30 horas
en la Escuela de Soto de Sajambre. Estáis invitados.
PRIMER
PREMIO
“FILANDON”
AUTOR:
CRISTIAN MARTÍN RÍOS
Afortunadamente
la tempestad se había detenido y el viento ya no azotaba furioso los
postigos del ventanal. En el regazo acogedor de aquella cocina que no
era sino el corazón del hogar, varios rostros se iluminaban entre
destellos rojos y anaranjados en torno al fuego del brasero. La dama
enlutada, doña Emilia, mascullaba lamentos por la ausencia de
cuantos ya no estaban presentes en aquellas reuniones. El hueco más
grande lo había dejado su difunto marido. Le llamaban Severino el
Cojo. En su
juventud, mientras pastoreaba el rebaño, fue atacado por lobos. La
pierna que le arrancaron las bestias acabó reemplazada por un bastón
de madera. Pero aquel trágico episodio no dejó mella en su
bondadoso espíritu. Disfrutaba apasionado de las chanzas, de las
manos hábiles de las señoras con el hilo, la talla masculina de la
madera y la sensación de abrigo al calor de las palabras. Pero todo
eso había terminado. Todo tiene un final. Igual que aquel encuentro,
que concluyó cuando se silenciaron las buenas historias. Los
primeros hombres se irguieron satisfechos, se abrigaron y abandonaron
el bochorno de la estancia para empujar el portón de la entrada. El
ambiente glacial arañó los rostros adormilados mientras la quietud
gobernaba las calles. A sus pies, una espesa nevada ocultaba la
tierra. Y algo más. Alguien había estado escuchando. Unas huellas
en la nieve se alejaban desde la puerta. Señales de una bota derecha
y de un bastón. Asustados entraron de nuevo. La velada no había
terminado.
SEGUNDO
PREMIO
“CARMENCITA”
AUTORA: MAR GONZÁLEZ MENA
Desde
que tengo memoria, me gusta sentarme junto al fuego en el pequeño
tajo que la abuela utilizaba para llegar a los armarios más altos.
Ella siempre me regañaba - ¡Niña! Aparta de la lumbre que te vas
a achicharrar y a quedar churruscadita como los lechoncillos – Pero
después ponía esa sonrisa picarona y me daba unas almendras que
sacaba del bolsillo del delantal. ¡La de cosas que cabían en ese
trozo de tela descolorida!
El
resto nunca me hace caso. Van a lo suyo y no paran de hablar. No me
importa. Me encanta escuchar historias. El Manuel, el de la
panadería, le tira los tejos a la hija de la Antonia. Pero no de los
de verdad, que esos hacen daño, sino bonitos, como las flores, que
no dan de comer pero gustan. Eso dice la Dolores, la vecina de
enfrente, que falta muchos días porque se pone mala de lo suyo. Ya
nadie le pregunta.
Palabras
y puntadas tejen la noche. Pocas veces se hace el silencio y,
entonces, se oye el crepitar de la leña quemándose y el viento tras
las paredes de piedra. En invierno nieva y todas dejan las almadreñas
en la puerta. Faltan las mías. Mamá las guardó cuando me cayó
encima aquella teja. Desde entonces no me habla. Yo he dejado de
intentarlo. Pero algunas noches, antes de que lleguen las vecinas,
ella acerca el tajo al fuego y siento que me deja una caricia en el
aire.
jueves, 4 de julio de 2013
FINALISTAS DEL II CONCURSO DE RELATO BREVE LEONARDO BARRIADA
Estos son los 10 finalistas, déjanos tu comentario, tambien nos puedes seguir en facebook https://www.facebook.com/events/546626198692247/
Relato nº 10
Carmencita
Desde
que tengo memoria, me gusta sentarme junto al fuego en el pequeño
tajo que la abuela utilizaba para llegar a los armarios más altos.
Ella siempre me regañaba - ¡Niña! Aparta de la lumbre que te vas a
achicharrar y a quedar churruscadita como los lechoncillos – Pero
después ponía esa sonrisa picarona y me daba unas almendras que
sacaba del bolsillo del delantal. ¡La de cosas que cabían en ese
trozo de tela descolorida!
El
resto nunca me hace caso. Van a lo suyo y no paran de hablar. No me
importa. Me encanta escuchar historias. El Manuel, el de la
panadería, le tira los tejos a la hija de la Antonia. Pero no de los
de verdad, que esos hacen daño, sino bonitos, como las flores, que
no dan de comer pero gustan. Eso dice la Dolores, la vecina de
enfrente, que falta muchos días porque se pone mala de lo suyo. Ya
nadie le pregunta.
Palabras
y puntadas tejen la noche. Pocas veces se hace el silencio y,
entonces, se oye el crepitar de la leña quemándose y el viento tras
las paredes de piedra. En invierno nieva y todas dejan las almadreñas
en la puerta. Faltan las mías. Mamá las guardó cuando me cayó
encima aquella teja. Desde entonces no me habla. Yo he dejado de
intentarlo. Pero algunas noches, antes de que lleguen las vecinas,
ella acerca el tajo al fuego y siento que me deja una caricia en el
aire.
Autora: Mar González
Mena (Burgos)
Relato nº 21
Nada como la seda
La hilandera Peciña no
alardeaba de su castidad y tampoco se ofendía cuando el resto de
mujeres cuchicheaba por lo bajini si despreciaba, con mucho salero, a
hombres por los que ellas hilarían hasta escocerles los dedos.
Cristina arrojaba al fuego los regalos que le traían y volvía de
nuevo a coger su huso para rematar el ovillo en la devanadera.
Aunque, en realidad,
nunca se armó tanto revuelo entre los presentes como el día en el
que Songo’o llegó a la hilatura, con el pelo enmarañado y la piel
oscurecida por varias generaciones de ojos de cacao y cuerpo de
carbón castaño. Songo’o preguntó por la hilandera ante el
asombro de viejos resabiados y chismosas, que imaginaban un desplante
ejemplar. En cambio, a pesar de que se sabía que Cristina era
contraria a las costumbres del momento, nadie se esperó que aquella
noche gritaran como locos los hierros de su somier solo porque el
invitado de color negro abriera su maleta y dijera: “seda buena,
mejor seda de África Occidental”.
Seudónimo: Miguel Lora
(Zaragoza)
Relato nº 15
Costumbres
Me escondí tras el dintel de la puerta de la cocina. Mi abuela y sus hermanas, al calor de la lumbre, hilaban lana y remembranzas. Cerré los ojos y sonreí, sabiendo, que tarde o temprano, comenzarían a hablar de mí. “Nunca conocí un chiquillo más terrible”, dijo la abuela torciendo el gesto, “siempre me echaba a perder los huevos del gallinero sentándose sobre ellos. Juraba que algún día lograría empollar uno de ellos”. Yo ahogué una risa evocando las imágenes. De pronto mi abuela y sus hermanas se quedaron calladas. Era mamá que entraba en la cocina. Se quedó de pie con los brazos colgando a los lados y la mirada triste fija en la chimenea apagada. Sabía que mamá no podía ver a la abuela, como tampoco podía verme a mí. La muerte es extraña, lo comprendí cuando caí del árbol. Aunque habitemos una misma casa, cada quien mora en su propio tiempo y espacio. Lo único que puede unirnos son las costumbres, las tradiciones. La hila me unía con mi abuela y sus hermanas. A mamá nunca le interesó, siempre buscaba una excusa para alejarse de la cocina durante el invierno. Fue una verdadera lástima, porque por esa razón, de entre todos nosotros, era la muerta más solitaria de la casa.
Autor: Kalton Bruhl (Honduras)
Relato nº 33
El fuego que nunca
se apaga
Nunca
había visto aquella caja. Recuerdo que, tan pronto empezó a nevar,
mi abuela se levantó, salió de la cocina y regresó con ella debajo
del brazo. No tardé en preguntarle qué contenía. Mi abuela me
contó entonces una historia de la que nunca había oído hablar, una
de sus conseyes que tanto me gustaba escuchar junto al fuego.
Me habló de una
muchacha que se vio sorprendida en el bosque por la peor nevada que
nunca haya caído en el valle de Sajambre. Desorientada en mitad del
temporal, la joven se refugió bajo una roca donde consiguió prender
un pequeño fuego para intentar entrar en calor. Temblando de frío,
sacó del bolsillo una carta de su novio y la leyó una y otra vez
como si buscara en cada palabra escrita en aquel papel el calor que
tanto le faltaba. Apenas había luz, el fuego se apagaba y, con él,
sus esperanzas de volver a ver a su prometido nunca más. La muchacha
hizo entonces un juramento a aquel pequeño fuego: Si continuaba
encendido hasta que consiguieran encontrarla, ella, a cambio, cada
noche que nevara entregaría a las llamas lo que más amaba.
—¿Y
qué pasó?— recuerdo que pregunté.
Mi abuela no dijo nada.
Abrió la caja, sacó una vieja carta de mi abuelo y, cerrando los
ojos, le dio un beso. Con un cariño infinito, como hizo aquella
noche de tormenta de hace ya tantos años, dejo la carta en el fuego.
Me miró con dulzura y sonrió.
Autor: Oscar Royo Royo
(Barcelona)
Relato nº 35
El sueño de Adela
Las hojas de los
árboles se mecían con la fuerza singular del viento, tratando de
permanecer atadas a esas ramas que las vieron despuntar. El ruido era
ensordecedor y resultaba harto complicado avanzar a pie por aquel
pasillo de naturaleza que flanqueaba la enorme casa de Adela.
Su madre la esperaba
alrededor de la lumbre, al igual que las otras tres mujeres que
hilaban a su lado, ajenas al frío que aún invadía el cuerpo de la
niña. El olor de la lana era singular, al igual que la sutileza con
la cual las mujeres la trataban. Adela asió un trozo de pan y se
sentó en un oscuro taburete, teñido por el paso del tiempo y el
calor de las llamas. Observaba con curiosidad las manos que lograban
transformar la salvaje lana, en hebras tan finas y delicadas que
hacían volar su imaginación. Miró las suyas, dudando de que alguna
vez alcanzaran el tamaño necesario para poder hilar. Y aunque ella
pensaba que nadie reparaba en sus pensamientos, los ojos de su madre
veían más allá. Así que, sin dejar de conversar con sus vecinas,
hizo un gesto de cabeza que su hija comprendió sin demora alguna.
Adela dejó el pan, se levantó y se acercó a su madre a la espera
de su próxima premisa. Pero para su sorpresa, la sentó en su
regazo, asió sus manos y por primera vez, Adela sintió la magia de
su tacto bajo sus aún diminutos dedos.
Autora: Silvia Ares
Álvarez-Ron (Huesca)
Relato nº 29
Amor de cenizas
Afuera el aire hilaba quejumbres, ululando con desconsuelo. Alguna ráfaga curiosa se colaba por el tiro de la chimenea, removiendo las llamas. Un mar de sombras se estremecía sobre las paredes, inventando rasgos apócrifos y callosos sobre los rostros de las mujeres y hombres, las unas hilando en silencio y los otros contando historias a las que todas prestábamos oídos, los ojos pendientes de la recua, las orejas de las leyendas, todos sin perder puntada.
La verdad es que yo prestaba más atención al hijo de Felisa que a la tarea de hilar, desatendiendo las regañinas que mi madre me lanzaba con la mirada.
Cierto día, mientras los hombres apuraban unas botellas de sidra, se me ocurrió atizar el fuego. Mientras removía las brasas con el hurgón, se me ocurrió escribir en las cenizas el nombre del chico que me tenía el corazón en ascuas. Noté unos ojos clavados en mi nuca. Me giré. Su mirada encendida acarició mi cuerpo. Una llamarada de fuego asoló mis entrañas. Bajé mi vista. Él sonreía. Removí las cenizas para borrar su nombre. Me senté junto a las mujeres. Él se acercó al fuego para calentarse las manos. Al marcharse me entregó un papel. No me atreví a leerlo hasta que me fui a la cama, a la luz del candil. Me decía que también me quería. Sorprendida, me acerqué hasta la lumbre. En las cenizas, dentro de un corazón dibujado, estaba escrito mi nombre, junto al suyo, el que yo creí haber borrado.
Autor: Juan Carlos Pérez López (Sevilla)
Relato nº 45
Hilando
nubes
No era la primera vez
que tardaba. Jacinta desconocía la puntualidad. De las tres... Era
la más joven. Seis años menor. Eso sí, discutidora como ninguna.
Decidora nata. El alma de la hila. Pero esta vez, no le podíamos
reñir por su tardanza. La ocasión no se lo merecía. Verla
aparecer, nos devolvió a la vida; al más allá de los recuerdos.
Ante su presencia,
retrocedimos hasta la añeja realidad de los inviernos, a sus heladas
súplicas al pie de la ventana, a las noches drásticas que tanto
asustan a los vivos, a la soledad colectiva de nuestra cocina
campurriana, a sus sombras arrinconadas, al hálito ahumado de sus
paredes desconchadas: espías visibles de todas las tertulias.
Con su llegada, el
badil recuperó el sobresalto en sus reposos. Volvíamos a mediar,
con ollas y pucheros, en la eterna disputa entre el llar y la alta
lumbre. Fue como dejar pasear a la voz por el silencio y volver a
doblegar la rebeldía de la lana con las bastas caricias de la carda.
Era asistir a la congénita afonía de la rueca, a sus malogradas
audiciones ante un canasto ahitado de cansadas y esbeltas hilaturas.
Ver a la Jacinta, fue
abandonar la rutina habitual de los difuntos y confirmar que la hila
no muere con los vivos. Que aún nos quedaban por hilar vellones de
nubes en el cielo.
Autor: José Antonio
Tejeda Cárdenas (Letonia)
Relato nº 67
Filandón
Afortunadamente
la tempestad se había detenido y el viento ya no azotaba furioso los
postigos del ventanal. En el regazo acogedor de aquella cocina que no
era sino el corazón del hogar, varios rostros se iluminaban entre
destellos rojos y anaranjados en torno al fuego del brasero. La dama
enlutada, doña Emilia, mascullaba lamentos por la ausencia de
cuantos ya no estaban presentes en aquellas reuniones. El hueco más
grande lo había dejado su difunto marido. Le llamaban Severino el
Cojo. En su juventud, mientras pastoreaba el rebaño, fue atacado por
lobos. La pierna que le arrancaron las bestias acabó reemplazada por
un bastón de madera. Pero aquel trágico episodio no dejó mella en
su bondadoso espíritu. Disfrutaba apasionado de las chanzas, de las
manos hábiles de las señoras con el hilo, la talla masculina de la
madera y la sensación de abrigo al calor de las palabras. Pero todo
eso había terminado. Todo tiene un final. Igual que aquel encuentro,
que concluyó cuando se silenciaron las buenas historias. Los
primeros hombres se irguieron satisfechos, se abrigaron y abandonaron
el bochorno de la estancia para empujar el portón de la entrada. El
ambiente glacial arañó los rostros adormilados mientras la quietud
gobernaba las calles. A sus pies, una espesa nevada ocultaba la
tierra. Y algo más. Alguien había estado escuchando. Unas huellas
en la nieve se alejaban desde la puerta. Señales de una bota derecha
y de un bastón. Asustados entraron de nuevo. La velada no había
terminado.
Autor:
Cristian Martín
Ríos (Castellón
de la Plana)
Relato nº 72
Consejas
"Era Sindra, la
preferida de Uruk, tan risueña y juguetona como poco habilidosa en
la labor. Por ello la poderosa Neiga, que no la miraba con buenos
ojos, anunció que casaría a su hijo con la moza que tejiera los
lienzos más delicados para cobijar su lecho de bodas.
Aunque Sindra ponía
todo su empeño, el lino torcido por sus manos se convertía en hilo
desigual y quebradizo, imposible de trabajar. Para no renunciar a sus
amores decidió invocar a la Luna, que se comprometió a ayudarla.
Cuando oscureció dos rayos plateados penetraron por el ventanuco de
su alcoba y la muchacha, enrollándolos en el huso, obtuvo con
facilidad una hebra fina y resistente. Durante veintiocho jornadas
hiló de noche y se afanó en el telar durante el día hasta que
presentó a Neiga el más hermoso juego de sábanas que imaginarse
pueda.
Furiosa una, ilusionada
otra, aguardaron al novio para anunciar el compromiso, pero los
cazadores regresaron a la aldea y Uruk no los acompañaba. Todos
confiaban en su regreso, pues era buen conocedor del terreno, mas
fue tan negra aquella noche que debió perder la pista. De mañana
encontraron su cuerpo en el fondo del desfiladero. Sindra, viéndolo
muerto, hundió en su corazón el puñal del amado y fueron las
sábanas de luna sudario compartido de los amantes."
La vieja concluye su
cuento. Las mozas, desganadas, retoman sus ruecas. Pese a todo,
ellas prefieren las risas al trabajo y seguirán confiando, sin
escarmiento, en la Luna traicionera.
Autora: Elisa de Armas
(Sevilla)
Relato nº 68
Aracne
Llegó
al pueblo bastante entrado el invierno. Se instaló en la casita que
habían dispuesto para ella, era acogedora, limpia, quizás un poco
fría. No divisó la escuela, le extrañó porque acostumbraba a
estar cerca de su residencia. Mientras acomodaba la ropa, una vecina
se presentó y le comunicó que esa noche en su casa hilarían,
estaba invitada.
Imaginó
mil cosas: ¿Sería tejer? ¿Bordar? ¿A qué llamarían hilar en
pleno siglo XXI? Su mente no paró de idear y acabó haciendo
conjeturas de lo más disparatadas.
Pensó
en llevar algún presente, no tenía tiempo para preparar nada, miró
las maletas y tomó una botella de vino de su tierra ¡Perfecto!
Al
golpear aquella puerta un escalofrío le recorrió la espalda. Entró
y vio a una estancia en penumbra. Los contornos se dibujaban en el
contraluz de las ventanas, la luna llena
iluminaba con su fugaz resplandor una habitación en la que se
adivinaban una decena de personas. Se pusieron en pie, ella creyó
que la saludarían pero algo comenzó a pegarse en su piel, por los
movimientos parecían vomitar sobre ella ¿Qué
estaba sucediendo? Pronto el pánico se apoderó de sus sentidos, no
podía moverse. La botella de vino que ya no sujetaba seguía pegada
a su mano. Sintió cómo la trasladaban y pudo entrever una especie
de almacén lleno de… ¿Crisálidas?
No
eran crisálidas, era el alimento para las crías que estaban por
nacer.
Autora: Mª Isabel
Martínez Montoro (Cartagena)
jueves, 19 de mayo de 2011
Día Europeo de los Parques
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