Consejas
"Era Sindra, la
preferida de Uruk, tan risueña y juguetona como poco habilidosa en
la labor. Por ello la poderosa Neiga, que no la miraba con buenos
ojos, anunció que casaría a su hijo con la moza que tejiera los
lienzos más delicados para cobijar su lecho de bodas.
Aunque Sindra ponía
todo su empeño, el lino torcido por sus manos se convertía en hilo
desigual y quebradizo, imposible de trabajar. Para no renunciar a sus
amores decidió invocar a la Luna, que se comprometió a ayudarla.
Cuando oscureció dos rayos plateados penetraron por el ventanuco de
su alcoba y la muchacha, enrollándolos en el huso, obtuvo con
facilidad una hebra fina y resistente. Durante veintiocho jornadas
hiló de noche y se afanó en el telar durante el día hasta que
presentó a Neiga el más hermoso juego de sábanas que imaginarse
pueda.
Furiosa una, ilusionada
otra, aguardaron al novio para anunciar el compromiso, pero los
cazadores regresaron a la aldea y Uruk no los acompañaba. Todos
confiaban en su regreso, pues era buen conocedor del terreno, mas
fue tan negra aquella noche que debió perder la pista. De mañana
encontraron su cuerpo en el fondo del desfiladero. Sindra, viéndolo
muerto, hundió en su corazón el puñal del amado y fueron las
sábanas de luna sudario compartido de los amantes."
La vieja concluye su
cuento. Las mozas, desganadas, retoman sus ruecas. Pese a todo,
ellas prefieren las risas al trabajo y seguirán confiando, sin
escarmiento, en la Luna traicionera.
Autora: Elisa de Armas
(Sevilla)
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