TORMENTA INTERIOR

Ángeles del Blanco Tejerina

Cartas. Letras saladas. Lágrimas que se deslizaban por tu mejilla. ¿Por qué lloras, mamá? No lloro, me llueven los ojos, decías, y me permitías acompañar con mi dedo la gota, hasta perderse en tu boca. Entonces, me mordías, yo fingía enfadarme y tú fingías reír. Guardabas la carta en el sobre, preparabas la merienda de papá y se la llevábamos al porche, donde esperaba en su silla, bajo la manta que cubría sus inútiles piernas.  Muchas meriendas después, papá murió como vivió, sentado. Nos quedamos solos, yo creciendo, tú, sumida en tu mundo epistolar. En tus últimos días me entregaste las cartas, pidiéndome que enviara la última. Llevo años releyendo tus tormentas. Reviviendo el mundo que inventaste para nosotros. A mí me tocó ser niño feliz. A él le permitiste ejercer de esposo y padre desde su invalidez. Y para ti… nada. Un amor clandestino al que ocultaste su paternidad para compensar a papá el daño que le hizo la guerra. Hoy me llueven los ojos mamá, por el padre que amé. Por el que amabas tú. Por tu vida entre dos aguas. Agitadas por dentro. Serenas por fuera para que flotara tu familia. Suavemente. Así llegó tu calma. Mamá.

2 comentarios:

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  2. Córcholis, que bueno...Llevo años releyendo tus tormentas. Reviviendo el mundo que inventaste para nosotros. A mí me tocó ser niño feliz

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