TALIÓN


Luis San José López

Hicieron un corro alrededor de la lumbre y las sombras empezaron a danzar a sus espaldas. «La zapatilla por detrás, tris-tras, ni la ves ni la verás…». La leña se quejaba en el fuego. «Mirar para arriba, que caen judías, mirar para abajo, que caen garbanzos…». Las llamas dibujaban muecas de misterio en los rostros de los niños. «A dormir, a dormir…».
Cuando terminaron de contar y abrieron los ojos, Daniela, la hija del taxidermista, había desaparecido. Samuel dijo que un hombre lobo se la llevó entre sus fauces; Graciela, que salió volando como una pavesa; Nino, que vio cómo se la llevaban las sombras… pero lo cierto es que nadie volvió a saber de ella. Encendieron teas, organizaron cuadrillas y batidas, pero no pudieron encontrar más que una zapatilla roja en el camino que serpentea entre los árboles. «…Tris-tras, ni la ves ni la verás…».
La gente del pueblo asegura que algunas noches se ven unos ojos de vidrio refulgir entre las hojas, y mientras el viento enreda su risa entre los árboles, las criaturas del bosque celebran su venganza.

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