RECONQUISTA


Miguelángel Flores

Otra niña de ojos enormes ha vuelto a aparecer junto al riachuelo, en el bosque que rodea al convento. Dentro cuestionan y siguen sin comprender cómo una mujer puede abandonar a sus hijos por el mero hecho de ser hembras. Dando así por hecho que son de la misma madre. Y es cierto que todas las criaturas halladas guardan parecido, en el físico y en el abandono. 
Con ella acurrucada entre sus brazos, envuelta como una crisálida, Sor Constanza, cuyo origen ya nadie recuerda, ha ofrecido hacerse cargo también de esta. A las que le precedieron las trató con un esmero tan maternal que escandalizó al resto de religiosas, que la empezaron a mirar con recelo. Y es consciente de que en la congregación crea suspicacias que siempre sea ella la que encuentra a las crías y la que se encarga luego de sus cuidados. Pero no le importa, cuenta con el beneplácito de la Madre Superiora. La cual observa la escena en silencio, aparentemente inmóvil, pero sin dejar de frotar, dichosa, sus patitas bajo el hábito. 

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