Nacimiento de Soto 2017

Nacimiento de Soto

El milagro de la Navidad

A las mujeres de Soto

Los primeros copos de nieve golpean con fuerza los cristales de las cocinas y tras intentar colarse por las rendijas, se conforman con acomodarse sobre los tejados para presenciar el milagro de la Navidad en Soto.

Llegan ellas, las que tejen con maestría los hilos que hacen que este pueblo se mantenga vivo y despliegan lo mejor de sí mismas en el belén, cada año más grande para un pueblo cada año más pequeño. A este paso nos va a faltar iglesia para dar cobijo a tanta creatividad.

No falta nada alrededor del Misterio: el túnel; las ovejas, el lobo; el rio y las mujeres lavando a la orilla, aún no saben que este año ya tienen lavadero; el oso merodeando alrededor de la miel; el corral de las gallinas, seguro que Cencia andará cerca, no sea el diablo que el zorro le coma alguna y los bueyes arando la tierra de patatas. Un paisano haciendo leña, como la hacía Marcoles a cambio de un vaso de vino y un poco de compañía. Cerca un niño se columpia, pronto se asomará Engracia a la puerta de la Escuela para llamarle porque ya acabó el recreo.

Ellas han moldeado con sus manos un “Soto” en miniatura: la Iglesia; el hórreo; la Casa de los Tiros; el Hostal, del que parece que, en cualquier momento, van a salir por su puerta unos turistas con sus mochilas y las casas de corredor con sus flores y sus tejas.  Ellas, que  amasan las tardes de invierno entre hadas y setas y conservan intacto el recuerdo de las que ya no están. Ellas, que amasaban en la guerra por tener hijos en zona roja, como penitencia. Ellas, las que un día se fueron lejos de su pueblo e incluso de su país buscando un futuro para los suyos. Ellas, las que se quedaron confiando en que algún día la tierra les devolvería el favor por no abandonarla. Ellas, las que dan vida a las chimeneas con sus pucheros hirviendo sobre las cocinas de leña...

Ellas son el verdadero milagro de cada navidad.