CRIATURAS PERDIDAS


Claudia Toruño Benedetti

Llevaba mucho tiempo buscándolas. En los primeros días pensé que en un descuido las había dejado tiradas por la casa y pasé mucho tiempo rebuscando entre pañales y montañas de ropa; bajo pilas de platos sucios y entre los juguetes tirados; detrás de los libros que ya no leía y por debajo de los muebles, de donde siempre salían muchas sorpresas, pero nunca las que yo esperaba. 
Sin embargo un día apareció una de golpe.  Lo hizo por el camino que lleva al bosque y tan olvidadas las tenía que me costó reconocerla.  Pensé en traerla corriendo a casa, pero en cuanto crucé por el umbral, ella ya se había escapado.  Poco a poco comprendí que se habían marchado por voluntad; ahogadas entre tanta mundanidad, gritos y desorden.  Desde entonces cada vez que puedo me escapo hasta donde las ramas y los cantos de las aves me envuelven por completo y me siento a esperar a que aparezcan.  No siempre lo hacen y es casi siempre con demasiada timidez que se acercan a mi, pero aprovecho esos primeros instantes para atraparlas como siempre lo había hecho: fijándolas con la tinta negra entre las perfectas líneas de mi libreta. 

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