lunes, 7 de julio de 2014

UN RECUERDO

Ricardo Casado Chacón

La casa está derruída, nada se me perdió allí hasta ahora. Algunas fotos, un lamentable futuro y sólo este recuerdo, demasiado intenso últimamente para posponer el viaje.

Su mano rugosa, todavía confortable, endurecida por heladas y su testaruda rudeza. Ese agónico respirar, sonoro, de pulmones enfermos. Apenas una docena de metros, hasta el palomar de la Ricarda enrojecían su arrugada tez. Un alto en el camino. Tos. Alarido. Mueca de salmón fuera del agua. Frío, niebla. Cigarro. Su mano es yugo en mi cuello -quizá para que no le vea fumar. Lo tenía prohibido. ¿Qué ves allí, rapaz? Hayas, un buey, vacas, no veo pero oigo ovejas y el río. Y el imposible olor húmedo y seco a la vez, ahora lo huelo, su olor. El tañir de la campana. Se incorpora y seguimos la marcha hacia la iglesia que está más cerca. Reunión de pastores...
- ¿Qué traes ahí, Torcuato? Mejor estaría jugando "marro" con los otros.
- El nieto se viene al concejo con su agüelo.... a ver si aprende algo, que mañana marcha a Madrid.


Me he subido a la tinaja grande de la bodega para encontrar un cigarro escondido cuatro décadas atrás. Ese imposible olor.  

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