jueves, 4 de julio de 2013

Relato nº 15




Costumbres

Me escondí tras el dintel de la puerta de la cocina. Mi abuela y sus hermanas, al calor de la lumbre, hilaban lana y remembranzas. Cerré los ojos y sonreí, sabiendo, que tarde o temprano, comenzarían a hablar de mí. “Nunca conocí un chiquillo más terrible”, dijo la abuela torciendo el gesto, “siempre me echaba a perder los huevos del gallinero sentándose sobre ellos. Juraba que algún día lograría empollar uno de ellos”. Yo ahogué una risa evocando las imágenes. De pronto mi abuela y sus hermanas se quedaron calladas. Era mamá que entraba en la cocina. Se quedó de pie con los brazos colgando a los lados y la mirada triste fija en la chimenea apagada. Sabía que mamá no podía ver a la abuela, como tampoco podía verme a mí. La muerte es extraña, lo comprendí cuando caí del árbol. Aunque habitemos una misma casa, cada quien mora en su propio tiempo y espacio. Lo único que puede unirnos son las costumbres, las tradiciones. La hila me unía con mi abuela y sus hermanas. A mamá nunca le interesó, siempre buscaba una excusa para alejarse de la cocina durante el invierno. Fue una verdadera lástima, porque por esa razón, de entre todos nosotros, era la muerta más solitaria de la casa.

Autor: Kalton Bruhl (Honduras)

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